Te dejo este precioso artículo de José Luis Ramirez Aznarez para que medites y reflexiones en este caluroso tiempo de estío.
Educar para el silencio o aprender a callar. Las dos cosas, pero nunca como un acto de resignación, de aguantarse, de imperativo legal. Aprender a callar, como aprender a hablar, a leer, a escribir, a pensar… porque todos esos aprendizajes permiten al educando desarrollar aspectos y capacidades de sí mismo que no podría desarrollar de otra manera.
(…)
La pedagogía del silencio está reclamando momentos de estar solo para estar más presente a ti mismo y a los demás; momentos de callar para estar a la escucha del corazón, sin desear nada; momentos de admirar y contemplar, todo no es igual, las diferencias son la riqueza y el colorido de la vida y nos pueden pasar desapercibidas, admirar y contemplar las pequeñas grandes cosas; momentos para contemplar la realidad, todo no es blanco o negro, lo que nos pasa no se define con generalidades y juicios precipitados, porque en la realidad hay mucho más de lo que vemos; momentos para descubrir, gozar, aprender de los procesos de las cosas, de nuestro propio proceso de crecimiento, es la forma de valorar y valorarnos, de sentir gratitud y admiración, de intuir otro horizonte, otra realidad trascendente.
Educar para el silencio es hacer personas más conscientes, capaces de ver que su vida tiene un hilo conductor, unos hechos explican otros, es posible una armonía, porque el silencio nos permite poner orden y dar nombre a lo que la vida nos ha regalado.
Educar en el silencio es capacitar para reconocer nuestros límites y capacidades, ya que somos personas con sentimientos, deseos, personas amorosas, frágiles y decididas a la vez. Educar en el silencio es y significa estar más abiertos a la realidad, la persona que sabe guardar silencio sabe mirar con más profundidad, sabe interrogarse e interrogar a la realidad de manera que siempre descubre cosas nuevas de sí misma y de la realidad, progresa, crece.
Educar en el silencio es hacerse amante de la verdad, no tanto como posesión, sino como tarea o camino. Educar en el silencio es compartir muchos momentos con la felicidad porque descubrimos razones para vivir, porque intuimos y despertamos a lo verdaderamente humano que es camino hacia la unidad.
¿ A qué ha valido la pena ?. Espero tus comentarios.
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